viernes, 12 de noviembre de 2010

La mujer del parque


¿Una simple visión nos puede hacer perder la razón?



Autor: Sara Cendón

El primer lunes de Noviembre había sido agotador. La jornada laboral se acababa de terminar y todo el mundo estaba recogiendo para irse a su casa y poder disfrutar de unos días de descanso en compañía de los suyos, quienes tuvieran familia mientras que otros,  disfrutaban de la soledad puesto que era así como habían decidido vivir su vida. Ese es el caso de Patrick.


Patrick había roto con su vida anterior, había decidido empezar una nueva, sin ningún tipo de ataduras, sin nadie que le reclamara si llegaba tarde, si no aparecía por casa y en el estado en que llegaba.


Patrick siempre había sido una persona muy familiar pero en un determinado  momento de su vida, los lazos familiares le ataban de tal manera, que no le permitían respirar y se vio en la necesidad de escapar de todo aquello y ser una persona libre.


El primer cambio que hizo fue el lugar de residencia; el segundo, fue el trabajo. Para Patrick, tanto la residencia como el trabajo iban ligados. El tercero fue olvidarse de la  familia. Tanto lo hizo que, cuando estaba rellenando la ficha del alquiler del apartamento, puso “SIN FAMILIA”: sin padres ni ningún pariente cercano y lo mismo hizo cuando rellenó la ficha en el nuevo trabajo.

Patrick encontró trabajo en una gran multinacional, con innumerables sedes por todo el  país y resto del mundo, con un horario muy asequible, dejándole mucho tiempo libre para dedicárselo a él mismo y lo que surgiera; por eso, cuando finalizaba la jornada laboral, le encantaba salir a correr por el parque que bordeaba los apartamentos donde vivía. y fue allí donde empezó a verla: la figura de una mujer que resplandecía entre la oscuridad que hizo que  Patrick se quedara estupefacto y a punto de perder la razón.

Cada noche salía a la misma hora con la intención de encontrar a aquella figura y, aunque a veces le resultaba algo molesto debido a que tenía la impresión que alguien le vigilaba, sentía la imperiosa necesidad de verla y, si se diera la casualidad, poder hablar con ella.


Los primeros días de haber descubierto aquella figura en el parque, Patrick  empezó a comportarse de una manera realmente extraña; sus compañeros, en la oficina, no tardaron en darse cuenta de su comportamiento e intentando saber a qué se debía, le sometieron a un intrincado interrogatorio para intentar ayudarle pero de nada sirvió porque Patrick no soltó ninguna información relevante ante sus compañeros y así fueron pasando los días durante los cuáles, sus compañeros no se rindieron y siguieron preguntándole a qué se debía pero Patrick siguió sin decir nada de nada hasta que, sin venir a cuento, volvió a compartarse como al principio: como si nada hubiera pasado a la vez que anhelaba volver a ver aquella figura en el parque, por lo que, seguía corriendo todas las tardes, una vez finalizada la jornada laboral.


Una tarde, mientras se dirigía hacia su apartamento, finalizando ya el mes de Noviembre y dando comienzo a las primeras nevadas, Patrick volvió a ver la figura. Intentando mantener la calma y no dejando dar rienda suelta a su imaginación, se dirigió hacia donde debía de encontrarse aquella figura pero, para cuando llegó, no encontró nada; no había rastro de aquella mujer, dejando a Patrick sumido en la más absoluta de las incertidumbres, hecho que desencadenó para que se enfrentara a sus compañeros y les comentara lo que le había estado atormentando todos estos días de atrás.

- No te preocupes, Patrick- le dijo Anna, mirándole con dulzura-. No eres el primero ni serás el último que ve esa figura en el parque.  Otros han sido los afortunados o no, que la han visto antes que tú y en más de una ocasión, como en tu caso. Ninguno aguantó mucho tiempo  en sano juicio, dicen las malas lenguas.
- ¿Ya ha habido otros casos?- preguntó-. Nadie me habló al respecto.
- Tienes que entender que, a excepción de las malas lenguas, nadie habla de ésto. Las personas que lo han sufrido en carnes propias y han podido salir adelante, no viven cerca, ni por asomo y las que no han salido tan bien paradas, están todas recluídas en sanatorios mentales- dijo Anna.
- Tengo que reconocer que la primera vez que la ví, me impactó de una manera que no sé explicar. Han sido dos veces las que la he visto y miradme cómo me he puesto. Tengo que reconocer que me ha impactado, de veras que me ha impactado. Es difícil de explicar pero me ha parecido tan real, tan cercana... era como si la conociera, como si quisiera decirme algo- intentó decir Patrick.

Anna le miró con  ternura. Se conocían desde hacía muy poco pero le había bastado para darse cuenta que era un ser excepcional, con un gran corazón. Anna tenía la esperanza de poder llegar a conocer a Patrick con más profundidad, si es que la dejaba y lo único que tenía que hacer era darle tiempo para que asimilara las visiones mientras que ella estaría ahí, esperándolo.

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